Esta historia es una co-publicación con The Oaklandside.

Yo llegué al Área de la Bahía en 2015. Al poco tiempo conocí a mi esposo y en el 2019 nos mudamos a un apartamento en la calle Logan en Oakland. En un cuarto, dormimos mi esposo y yo junto a mis dos hijos. Pagamos $1,000 por este apartamento con un dormitorio, una cocina y un baño. 

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En la primera semana de junio de 2023, la mujer que supervisa el edificio nos dijo que fuéramos a su oficina. Fui con mi esposo y allí ella nos dio una carta. Nos dijo que debíamos irnos porque no íbamos a la misma iglesia que los otros inquilinos. La razón por la que nos querían desalojar no era económica porque nosotros, a pesar de que no hacemos tanto dinero, pagamos la renta a tiempo. Recuerdo que también dijo que si no nos íbamos, un camión de la ciudad vendría y sacaría nuestras pertenencias. 

Mirna Arana comienza a empacar los elementos esenciales de la cocina el día antes de que ella y su familia se muden de su casa en Patten, Oakland, a una casa que alquilan con familiares en San Leandro, el 31 de julio de 2023. Credit: Hiram Alejandro Durán for El Tímpano/CatchLight Local

Yo dije que como inquilinos tenemos derechos, pero nos respondió que si queríamos podíamos consultar con un abogado, que la decisión ya estaba tomada, y debíamos asumir las consecuencias. 

No entiendo muy bien el inglés, pero con ayuda del traductor de Google leí que teníamos 30 días para desalojar el apartamento. Pensé: ‘¿A dónde voy a llevar a mis hijos después de julio?’. Nuestra situación financiera en estos momentos es inestable, pero fue empeorando desde que inició la pandemia del COVID-19. 

Mi esposo no trabaja porque se golpeó la espalda. Yo limpiaba casas, al menos tres en una semana, pero las familias empezaron a enfermarse y cancelaban las citas, entonces ya no ganaba tanto dinero. Luego trabajé en un restaurante que tuvo que cerrar porque la gente ya no iba. Durante ese tiempo, envié dinero a mi mamá que aún vive en Santa Rosa, Guatemala, desde donde emigré hace muchos años. Me acabé mis ahorros. 

Izquierda: Los hijos de Mirna inventan juegos con las cosas que quedan por empacar, el lunes 31 de julio de 2023. Aaron improvisa unas baquetas y con ellas tamborilea en las solapas de las cajas abiertas y hace estallar las pompas de jabón que Alan sopla en su dirección. Derecha: Momentos después de llegar a su nuevo hogar en San Leandro, el jueves 3 de agosto, Aaron toca su batería, que estuvo empacada durante los días que tardó la mudanza de la familia.

Aquí, mis hijos ya están creciendo, uno de ellos tiene 5 años. Uno de nosotros debe quedarse con él y mi otro hijo más pequeño. Si nos vamos a un apartamento más caro tendríamos que trabajar más horas y se complica. No puedo pagarle a una niñera. 

Yo veo mucha gente en la calle, y es porque el alquiler es cada vez más caro. Muchos de ellos no tienen a dónde ir. Están solos. Cuando yo llegué a Oakland pagaba por un cuarto $200, luego $500, y ahora es $1,000.  

Hace semanas, después de que nos dieron la carta, salimos a buscar apartamentos y encontramos uno disponible sobre la calle Harrison. Nos gustó pero el problema era que la renta valía $2,000 y había que pagarlo por adelantado. Y no solo eso: debíamos hacer un depósito de otros $2,000. ¿Cómo vamos a pagar eso? 

Los diplomas de Mirna Arana y un registro del primer corte de cabello de su hijo Alan en la habitación de la familia el 31 de julio de 2023. Credit: Hiram Alejandro Durán for El Tímpano/CatchLight Local

Luego fuimos a San Leandro, y allí un alquiler de una casa costaba $3,800, más el depósito de otros $3,800. Nos gustaba porque tenía dos cuartos, un baño y una cocina, pero no podíamos pagarlo solos. Para poder pagar un alquiler de ese precio tendría que limpiar tres casas al día y hacerlas por mi propia cuenta, ya no trabajando para una compañía. Más de 80 casas al mes. 

También tuvimos otras experiencias. Le escribimos a un chico que puso un anuncio de un alquiler disponible en [Facebook] Marketplace. Nos dijo que por ahora sólo podíamos ir a ver la casa por fuera. Fuimos y nos gustó, así que le pedimos que nos diera las llaves para verla por dentro, pero exigía que le depositáramos dinero por Zelle primero. Dijimos que no, pero él exigía y exigía. Sentimos que nos querían estafar. 

Mirna Arana mira a la calle desde el tercer piso del edificio de apartamentos en el que vive el 31 de julio de 2023. Credit: Hiram Alejandro Durán for El Tímpano/CatchLight Local

En Alameda, visitamos una oficina en la que nos iban a dar información de un apartamento disponible. Todo estaba bien hasta que la mujer que supervisaba las solicitudes nos preguntó por el seguro social y si teníamos historial crediticio. Había un intérprete porque ella no hablaba español. Empezó a preguntar por qué no teníamos un seguro social y cómo era posible que tuviéramos historial crediticio. Dijo que la gente que vivía como nosotros robaba identidad. 

Estaba muy preocupada y estresada porque no tenía tiempo suficiente para encontrar un lugar donde vivir. Mi esposo me dijo que mejor nos regresáramos a Guatemala, pero yo no quiero porque mis hijos tienen un futuro prometedor aquí. 

Después de algunos contratiempos, Mirna Arana se mudó de su apartamento de Oakland el 3 de agosto de 2023. El ascensor de su edificio se descompuso justo antes del cambio de mes, lo que provocó que los propietarios le dieran a la familia más tiempo para empacar sus pertenencias. Credit: Hiram Alejandro Durán for El Tímpano/CatchLight Local

Seguí esperando buenas noticias. Fui a la iglesia, como todo domingo, ya casi por vencida, y una amiga me dijo que se estaba mudando a San Leandro y que el propietario tenía una casa en alquiler y que fuéramos a preguntar. 

El alquiler era $3,700 por toda la casa, que incluía tres dormitorios y dos baños. Hablamos con dos hermanos de mi esposo que también tenían problemas para encontrar dónde vivir. Allí viviremos todos y dividiremos las cuentas. Es la única forma de vivir, por ahora.

Justo was born and raised in Lima, Peru, and migrated to the United States in 2013. Since graduating from Rutgers University, he’s worked as a newsroom producer at Spanish-language television networks including Telemundo and Univision, earning Emmy awards in New York and California. As a bilingual reporter, he’s written from El Salvador, Mexico, and Northern California where he now lives. His work has been published in CBS News, NBC Latino, KQED, CNN, Universidad Portátil and Revista El Malpensante. As El Tímpano’s Community Voices Reporter, he works with community members to tell stories that shine light on the joys, struggles, and complexities of the immigrant experience.