El jueves 31 de agosto, Rosa Mendoza ata una falda a la cintura de su hija. Ambas estaban tomando clases gratuitas de baile folklórico en el Centro Cultural de la Misión para las Artes Latinas en San Francisco. Rosa está siempre al alcance de su hija, por si necesita ánimos o ayuda para mantener el ritmo. “No te asustes, baila”, dice Rosa, señalando la fila de bailarines que se deslizan por la sala. Crédito: Hiram Alejandro Durán para El Tímpano/CatchLight Local/Report for America corps member

Mi madre sabía cómo hacer los vestidos que necesitábamos para los bailes. Siempre estábamos todos juntos en esos eventos

Rosa Mendoza, 50, san francisco

Rosa Mendoza (50) creció en Morelia, Michoacán, en el centro de México, junto a cinco hermanos. Todos se fueron a los Estados Unidos cuando la violencia de las pandillas complicó su vida diaria. Rosa extraña estar con su familia, todos juntos en el mismo lugar, y las clases de baile folklórico le recuerdan los recitales de baile obligatorios en los que ella y sus hermanos solían participar de mala gana mientras crecían en México. Para la hija de Rosa —de 9 años, también llamada Rosa— el baile es una oportunidad de recibir la fisioterapia adicional que necesita para una condición que afecta la fuerza de los músculos de sus piernas y caderas; Rosa dice que el diagnóstico de lo que le afecta a su hija aún no es claro.

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En la presentación más reciente que tuvo el grupo de baile, en el Centro Cultural de la Misión para las Artes Latinas, Rosa grababa videos, mientras su hija se divertía en el centro del escenario.

“Me gustaba bailar [cuando era niña] pero era bien penosa y miedosa”, decía Rosa ese día. “Yo no quiero que mi hija tenga miedo. Quiero que aprenda lo bonito que es hacer esas cosas”.

El sábado 16 de septiembre, el Centro Cultural de la Misión para las Artes Latinas celebró la “Noche Mexicana” para conmemorar el Día de la Independencia de México con actuaciones de sus clases comunitarias, incluida la clase en la que Rosa y su hija participaron. Crédito: Hiram Alejandro Durán for El Tímpano/CatchLight Local/Report for America corps member

Rosa Mendoza, de pie, en una de las rampas laterales del escenario, filma a su hija mientras baila junto a su grupo la última canción de la noche. Crédito: Hiram Alejandro Durán for El Tímpano/Catchlight Local/ Report for America corps member


Víctor Enríquez ha ayudado a distribuir comida a personas sin hogar en el International Boulevard y coordinó con otros miembros de la parroquia la peregrinación del Día de la Virgen de Guadalupe hacia la Catedral de Cristo de la Luz, ubicada en el centro de Oakland. Crédito: Hiram Alejandro Durán for El Tímpano/CatchLight Local/Report for America corps member

Me gusta ser voluntario cuando (en mi parroquia) me necesitan para algo. Eso me hace sentir más cerca de mi comunidad

Víctor enríquez, 51, oakland

Víctor Enríquez creció en Toluca, en el Estado de México, y emigró a Oakland hace casi 25 años. Cuando no está ocupado administrando un negocio de artículos para fiestas durante los fines de semana, Víctor disfruta ser voluntario en su parroquia local de San Luis Beltrán en 100th Ave e International Blvd. en Oakland. También ofrece apoyo económico a las instituciones comunitarias que moldearon su infancia en Toluca. “Es algo que no me pesa y me hace sentir bien”, dice Víctor. “Si tengo la oportunidad de contribuir algo, lo voy a hacer, para quitarle ese peso a mi comunidad”.

Víctor se conecta con su vida en México cuando comparte con sus hijos historias sobre las fiestas comunitarias y los anima a aprender sobre sus raíces. Hace cuatro años, el hijo de Víctor, también llamado Víctor, pasó un mes en las ciudades mexicanas donde nacieron sus padres, Toluca y Puebla, para aprender sobre las tradiciones en las que ellos participaron en su juventud. Víctor tuvo que explicarle a su hijo por qué ser un hogar de estatus mixto les impedía visitar México en familia. Crédito: Hiram Alejandro Durán for El Tímpano/CatchLight Local/Report for America corps member

Rebeca Zúñiga-Lee dice que al principio le tomaba mucho esfuerzo trabajar completamente en inglés en la organización sin fines de lucro donde estaba. Fuera del trabajo, Internet ha sido su herramienta principal para conectarse con su lengua nativa, el español, y para sobrellevar los desafíos de estar tan lejos de su país de origen, Guatemala. Crédito: Hiram Alejandro Durán for El Tímpano/CatchLight Local/Report for America corps member

Me sentía más inteligente hablando en español que en inglés

Rebeca Zúñiga-lee, 47, richmond

En 2015, Rebeca Zuñiga-Lee se mudó a California desde Guatemala después de siete años de mantener una relación a larga distancia con quien hoy en día es su esposo. Obtuvo una visa de trabajo y obtuvo un empleo en una organización sin fines de lucro en Richmond. Al principio, comunicarse con sus nuevos colegas era un obstáculo para sentirse a gusto y bien establecida.

“Aunque soy bilingüe, la forma como las personas se comunican en otros país es distinta. Entonces a veces, en las reuniones, me quedaba sin palabras y eso era muy frustrante”, dice.

Rebeca ha podido navegar la añoranza por su país y por su idioma nativo manteniéndose conectada virtualmente y al corriente de lo que ocurre: a diario envía mensajes de texto y llama a su familiares, lee noticias de Guatemala en su iPad y bromea con sus amigas guatemaltecas a través de las redes sociales.

“Conectar con ellas me hace sentir un poco conectada con Guatemala”, dice Rebeca.


Wendy dice que reconectar con sus raíces mexicanas a través de la joyería tradicional la ha ayudado a sanar después de años de abuso físico. Crédito: Hiram Alejandro Durán for El Tímpano/CatchLight Local/Report for America corps member

Hago mis joyas para tratar de hacer un México en mí

Wendy Linn, 47, fremont

Wendy Linn recuerda las visitas al mercado en la Ciudad de México con sus hermanos, cuando eran todos pequeños y se cuidaban unos a otros. “Me gustaba oler la fruta fresca, caminar y observar todas esas pequeñas cosas”, dice. Wendy perdió contacto con la mayoría de sus familiares en México y en la adultez comenzó a explorar sus raíces a través del arte.

“Viví en Guadalajara y [ahí] aprendí a hacer cosas artesanales y aprendí sobre el negocio del oro y la plata”, dice.

Las habilidades que desarrolló como joyera han tenido un impacto positivo en Wendy y en cómo utiliza y percibe sus habilidades creativas y su herencia. Cada vez que acaba una joya siente que ha logrado mostrar un poco de la belleza de la cultura mexicana y ese ejercicio le ayuda a reconectarse recuerdos positivos de su hogar.

“Sé que a lo mejor no soy nadie y lo poquito que hago es sólo para hacerme sentir bien. Pero tal vez la pequeña huella que yo dejo también pueda ayudar a alguien. Porque así me hubiera gustado que me ayudaran a mí”.

Wendy ofrece sus joyería Huichol de plata, oro y cuentas dondequiera que pueda conseguir una mesa para vender. Crédito: Hiram Alejandro Durán for El Tímpano/CatchLight Local/Report for America corps member

Tener su propio negocio de joyería le permite a Wendy mantener a su hijo, Joseph Jeremiah, quien recientemente se graduó de la secundaria. “En este momento, he recogido todos mis pedazos rotos y me estoy ayudando a mí y a mi hijo a salir adelante”, dice. Crédito: Hiram Alejandro Durán for El Tímpano/Catchlight Local/ Report for America corps member

Hiram Alejandro Durán is an award-winning photojournalist from the El Paso-Ciudad Juárez border region. Durán is a fourth-generation Mexican-American and the first person in his family to be raised and educated in the United States. Before moving to NYC in 2018, he worked as a shoe salesman while studying Media Advertising and Marketing at the University of Texas at El Paso. Durán joined the Craig Newmark Graduate School of Journalism with the intention of becoming a print reporter. But, after auditing an intro to photojournalism course, he discovered the power of photography as a storytelling tool. His work has been featured in The New York Times, The Marshall Project, The Pulitzer Center, The Imprint News, Bklyner and The Mail & Guardian in Johannesburg, South Africa.